martes, 16 de septiembre de 2008

SILVESTRE, POBRE DE VALLESECO

Pancho

Corría el segundo tercio del siglo XX, época de penurias en las Islas Canarias. Había escasez de todo y en ese ambiente encontramos a un personaje popular en toda la isla de Gran Canaria: Silvestre Rivero Valerón, conocido como Silvestre.

Hombre de mediana estatura, alrededor de 1,65 m., jorobado, muy descuidado en su vestir. Muchas veces solo llevaba puesto como vestido un mugriento pantalón y chaqueta, sin camisa, tocado con un cachorro negro desgastado, raído, sin ala, al estilo de los que usa la gente de La Graciosa, brillando de sucio. Siempre descalzo. Era un mendigo que pasaba bastante tiempo fuera de Valleseco, pues iba a todas las fiestas de la isla.

En Tirajana cuentan que cuando le daban como limosna una perra -10 céntimos de peseta-, se la metía en la boca haciendo ver que se la comía y luego como en un juego de magia la sacaba de una oreja del donante o de la camisa del mismo. Era una forma de estimular la limosna. Don Vicente Montesdeoca, maestro que fue de Valleseco, excelente conversador, (q.e.p.d.) me decía que cuando llegaban las fiestas de Santa Lucía se marchaba caminando para la Caldera en los primeros días de Diciembre y no llegaba a Valleseco hasta mediados de Enero. Cuando llegaba Junio salía para las fiestas de san Juan y podía regresar a su casa para el mes de Noviembre.

Hay que rehabilitar la figura de Silvestre en el siguiente sentido:Se ha escrito que era un desvergonzado, que se quitaba la ropa ante la gente. Pues bien, don Jesús Torrent, médico del pueblo, mantenía que no lo era y según explicaba, Silvestre padecía del corazón y cuando le daban ataques, los ojos se le perdían en las cuencas y parecía asfixiarse. Era en esos momentos cuando intentaba quitarse de encima la ropa que le oprimía.

Vivía solo en su casa de Lanzarote (Valleseco), cuyo piso era de tierra. Hacía su comida en un pequeño fogón de leña, se mantenía como mendigo de lo que le daban y alguna ayuda de alimentos que de vez en cuando le proporcionaban sus pocos familiares.

En Valleseco, los niños le tenían miedo, le cantaban cosas ofensivas, como:“Silvestre Valerón, tira peos en un cajón..” y él salía corriendo detrás con un palo en la mano.

Siendo niño, mi amigo Hache, no le tenía reparos ni miedo, se paraba a hablar con él y le decía que estaba cansado de tanto caminar. Que padecía del corazón. No pronunciaba la erre ( r) y hablaba a borbotones, de forma que apenas se le entendía y lo poco que hablaba eran meras cuestiones de supervivencia: comer, descansar, dormir, el frío, el calor.

Alguna mala gente le dio fama de vampiro (chupasangre, se decía por aquí), por una costumbre suya que voy a relatar:

Cuando el carnicero llamado Benito mataba una vaca le daba a Silvestre la sangre y este la guisaba y freía comiéndose los “tumbos”. Miren Vds. que cosas: Hoy es un manjar exquisito que se sirve en los restaurantes de Nueva York. También cuando había matanza, por allí aparecía Silvestre y le daban la cabeza y las manos del cochino.Ya él se encargaba de quitarle las pezuñas y comerse la carne restante. También hoy es un plato de gourmets.

En el libro Valleseco, Crónicas de un siglo, de D. Nicolás Sánchez Grimón, publicado en el año de 2007, existe una cita de Silvestre que dice así:
“Silvestre:

Este año (*) el Ayuntamiento recibe un oficio del Sr. Juez de Instrucción de Vegueta solicitando un certificado de conducta del mendigo, vecino de este pueblo, Silvestre Rivero Valerón. Silvestre fue una persona que recorría la comarca pidiendo limosna y allí donde le cogía la noche, dormía, continuando al día siguiente su recorrido. Fue sepulturero en Valleseco”.

Cuando los jóvenes del pueblo iban a fiestas fuera del municipio lo hacían en un “pirata”, coche de alquiler ilegal y a la vuelta lo traían como una obra de caridad, pues todos comentaban que su olor era insoportable.

A título de reflexión: Seguramente él hubiera preferido tener una vida distinta, más cómoda, sin enfermedad. No olvidemos que cada persona tiene cosas buenas y malas y que todos somos fruto de las circunstancias. Todos.

Mi agradecimiento a Don H. Navarro por la aportación de sus recuerdos y por el dibujo hecho para mí y fechado en 1993 que se muestra más arriba. Asimismo a cuantas personas me han ayudado en esta pequeña historia.

(*) Se refiere a 1923

Extraido del blog: "Canario del campo"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

SILVESTRE!! AGRADESCO ALA PERSONA QUE ESCRIBIO ESTE ARTICULO, POR AGLARARME TANTAS COSAS DE DICHO PERSONAJE, DEL CUAL, CIENDO MUY NIÑO NOMBRAVAN EN MI CASA, PERO DEL CUAL NUMCA SE SAVIA NADA CIERTO, LE GRITAVAN A LOS NIÑOS HAY VIENE SILVESTRE, PARA QUE NOS FUERAMOS PARA LA CASA O OVEDECIERAMOS, Y ASU VES, QUELA GENTE JOVEN VEA QUE CANARIAS TENIA TAMBIEN SUS HISTORIAS TRISTES, DELA MISERIA DELA EPOCA, DELAS VACAS FLACAS, PORLA CUAL TANTA GENTE SALIO DE VALLESECO A BUSCAR UNA VIDA MEJOR PARA UNOS, Y DESASTROSA PARA OTROS, COMO LOS CANARIOS FALLECIDOS EN EL VARBANERA, DELOS CUALES TAMBIEN SE COMENTO MUCHO. ASI QUE NUEVAMENTE GRACIAS, POR REFRESCARNOS LA MEMORIA, PORQUE PARESE QUELA TENEMOS MUY CORTA.

Anónimo dijo...

Había leído algunas historias de Pancho, el Canario del Campo. Y ésta, precisamente, no. Por lo visto se me pasó. Nací en Valleseco y acabo de llorar con su lectura, recordando tiempos difíciles, oscuros, de escasez de todo. Y a la vez, bonitos, tiernos, luminosos de mi niñez y de mi despertar a la vida. Me ha producido un sentimiento inolvidable.
Gracias a los componentes de la Revista Altura por acercarnos esta parte de nuestra infrahistoria.

Anónimo dijo...

Este Pancho ¿es de Valleseco?