martes, 20 de noviembre de 2007

TIMOSARIA. LA ÚLTIMA PROMESA

Algo más que una novela. Una lectura obligada

Desde el profundo humanismo de su prosa Luis Pérez Aguado nos lleva por la geografía e historia de la Isla y nos contagia su amor hacia ella a través de sus más bellas leyendas.

Antonio Cruz Domínguez
Licenciado en Ciencias de la Información

Vivimos en una era mediática, en la que la gente se entera de lo que pasa en su entorno a través de los medios, y en la que cada vez más personas utilizan Internet para comunicarse con el exterior… Hechos como los que se viven en las últimas semanas en las Islas a través de los medios de comunicación nos llevan a reconocer que entre el purgatorio de la historia y el infierno de la política, la cultura sigue siendo el espacio de nuestra humanidad…

Por eso creo que sólo desde el amor, y la sensibilidad, podría escribirse un libro como “Timosaria. La última promesa”, que le debemos a Luis Pérez Aguado, profesor, escritor y periodista.

Honesto en grado extremo, lo conozco desde hace varios lustros, autor de este volumen que nos introduce en el cosmos de las más bellas leyendas de la escuela aborigen, ambientadas en el aquí y ahora de nuestra realidad temporal, El tiempo, como la vida misma, desde su esencia de pedagogo, lleva al autor al reencuentro y a la escritura de este libro que, si en algo peca, es en la reiteración, un poco sicologista, cuando aborda desde una perspectiva paralela a la aventura y a la imaginación planea sobre la realidad histórica de nuestra Gran Canaria, y deja que sea la protagonista Timosaria la que centre el relato y nos permite introducirnos en su prosa no exenta de valoraciones y reflexiones inherentes a la cualidad de docente escritor.

Luis Pérez Aguado se expande en este libro, de feliz publicación en Gran Canaria por Anroart Ediciones, y gana en dimensión y vigencia desde ese muy personal estilo suyo, preocupado siempre por la tierra y sus hombres y mujeres, por su historia, su presente y su futuro, deseoso de justicia en la verdad para su pueblo, vivificada y enriquecida por la experiencia misma del conocimiento, y, en especial, en lo ecológico a través de la flora y fauna, latentes y vigentes en sus barrancos y en sus cuevas, en simbiosis perfecta historia-naturaleza como unidad de un hecho natural. Describir correctamente el mundo natural debe ser la manifestación responsable de quienes tienen – y tenemos – la obligación de hacer pedagogía honesta, o sea, enseñar la verdad, justamente lo que el profesor Pérez Aguado logra acertadamente en su Timosaria, lo que es de agradecer porque en el mundo urbano – no sólo de la capital de la isla sino de ciudades del interior – con carácter general se vive y se palpa una incultura sobre la naturaleza que es preocupante. Los jóvenes no ven tras la hamburguesa o el paté, al cerdo o la ternera pasando por el matadero, o a la oca emparedada en la vida; o a la vaca amamantando a su becerro… No se lo imaginan. La visión más compleja del mundo animal y de la naturaleza para la mayoría es la que les llega a través de historias televisivas de un mundo absurdo donde cualquier animal predador se convierte en héroe, o esos programas – como los de Gran Hermano, Tomate y similares – que se emiten en horarios infantiles, ya que no hay uno solo que en ese tiempo no recoja menos de 20 insultos, otras tantas procacidades, amenazas, tacos, historias de cuernos y otras lindezas… O del mundo de la publicidad, pues ya es hora de que los niños dejen de creerse que los lobos y leones comen cereales, que el agua nace de un grifo y que la leche procede de un tetrabrik.

“Timosaria” es de lectura obligada, que no debemos dejar de realizar porque el alma se nos avienta, como si estuviéramos también como este personaje y su autor, en el interior de las cuevas de Caballero y del Candil, por el cauce de los barrancos o al pie de los legendarios y altivos Bentayga y Roque Nublo… Desde el profundo humanismo de su prosa Luis Pérez Aguado nos lleva por la geografía e historia de la Isla y nos contagia su amor hacia ella a través de sus más bellas leyendas.

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