lunes, 19 de noviembre de 2007

ANTE EL “POR QUÉ NO TE CALLAS”, UN PAR DE RAZONES PARA NO CALLARSE

Mª Fernanda Gadea

Cuando mandan a uno a callar es cuestión de analizar dos cosas; quién lo hace y por qué.
Cuando al presidente de Venezuela le manda a callar el Rey de España se podrían añadir algunas más, pero atendiendo a un talante republicano obviaremos el peso de siglos de historia imperialista por parte de la monarquía española y nos centraremos en el trasfondo que realmente preocupa y conduce a que todo un regio personaje acabe perdiendo los papeles.
En abril de este año, 2007, Venezuela anuncia su retirada del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. La economía del primer mundo entra en pánico; seis países de América Latina están poniendo en entredicho el dominio del hemisferio norte. Bolivia manifiesta no reconocer la autoridad de los instrumentos del Banco Mundial, hasta ahora todopoderoso inductor de ajustes, reducciones de gastos sociales y aumentos de los intereses locales. Argentina se había unido a Venezuela en febrero para anunciar la creación del Banco del Sur, una iniciativa a la que se van sumando Bolivia, Ecuador, Paraguay y Brasil.
¿Qué es exactamente el Banco del Sur y qué consecuencias puede acarrear su nacimiento? Este nuevo organismo financiero pretende incrementar el desarrollo de Hispanoamérica desligándose de la tutela del Banco Mundial. A diferencia de éste, el Banco del Sur representa una concepción revolucionaria de la economía transnacional. Funcionando de manera democrática (“un país, un voto” y no como el Banco Mundial, en el que los EEUU, por ejemplo, acumulan ellos solos el 15% de los derechos para votar) se encargaría de aplicar los tratados internacionales que afecten tanto a los derechos humanos como a los sociales y culturales, financiando proyectos públicos y acabando con el secretismo y la inmunidad que blindan actualmente los proyectos del Banco Mundial. ¿Quién no soñaría una banca así?
El proyecto perfila además otros objetivos; prescindir del Fondo Monetario Internacional (FMI) creando uno nuevo capaz de enfrentarse a los ataques de especulación y contar con una moneda común al estilo del euro en la Unión Europea.
Que el Banco Mundial y el FMI han empujado deliberadamente y durante décadas a Latinoamérica hacia el endeudamiento en un hecho. Y ¿cómo lo hacen? Apresurándose a boicotear gobiernos progresistas y apoyando todo tipo de derrocamientos y dictaduras.
En el año 2002 se produjo en Venezuela un golpe de Estado contra el gobierno de Hugo Chávez. El presidente fue detenido y encarcelado en una base militar, pero por poco tiempo. Dos días tardó la ciudadanía venezolana en reclamarlo en el poder, brindando su apoyo incondicional al presidente que ellos habían elegido.
El FMI fue el primero, junto con los EEUU y el presidente José María Aznar, en ofrecer sus servicios al efímero gobierno surgido tras el golpe. Éso es algo que Hugo Chávez no va a olvidar con facilidad.
La conspiración contra Chávez fue meticulosamente planeada por los principales industriales y hombres de negocios del país, junto con los líderes del sindicato más importante, los influyentes dueños de periódicos y cadenas de televisión, la iglesia católica y el visto bueno de Washington.
Hugo Chávez estuvo a un paso de convertirse en otro Salvador Allende.
Aunque se intentó disfrazar el golpe como una dimisión por parte del presidente, las conversaciones mantenidas entre Miguel Ángel Cortés (el entonces secretario de Estado español para Iberoamérica) y el departamento de Estado norteamericano para preparar el texto de la declaración de apoyo a los golpistas por parte del gobierno de Aznar han trascendido.
Chávez, además de un gran comunicador que domina a la perfección las claves de su imagen pública, es un hombre que no da un paso sin medir el siguiente. Inteligente y carismático, todos los domingos se planta ante las cámaras, bolígrafo en mano, dirigiéndose a la audiencia de su programa “Aló Presidente”, desplegando sus dotes didácticas (aprendidas quizás de sus padres, ambos maestros de escuela con inquietudes políticas) ante las preguntas que le plantean, explicando y argumentando a veces durante horas, ayudándose de los gráficos y mapas a los que es tan aficionado y respondiendo a quien le llama por su propio nombre.
Hugo Chávez no ha salido de la nada. Es el heredero de las tradiciones revolucionarias de la izquierda venezolana; aunque no todos los que hicieron la revolución en los sesenta le apoyen en estos momentos e incluso critiquen su, según ellos, propensión a los cambios de rumbo político repentinos o a la alianza entre soldados y civiles, lo cierto es que todos coinciden en el error que está suponiendo demonizar su figura.
Chávez sabe que las palabras pueden ser más demoledoras que los fusiles. Preparó el golpe de 1989 durante diez años y fracasó militarmente, pero le bastó un minuto de aparición en televisión para conquistar al país.
Visto lo visto, ¿quién fue el iluso que juzgó tarea fácil hacer callar a un hombre así?
Y, para terminar, el 2 de Diciembre se celebra un referéndum en Venezuela en el que, además de otras reformas como la reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias, se consulta la posibilidad de prorrogar el mandato, siempre que el pueblo le siga votando, más allá de dos legislaturas. “Perpetuarse en el poder”, llaman a éso, que en nada difiere de la ley constitucional vigente en España, capaz de “perpetuar en el poder” a Rodríguez Zapatero.
El día que lea en los titulares de los periódicos españoles las críticas hacia la “perpetuación en el poder” de nuestros políticos, yo también me sumaré al cambio.
Mientras tanto, buena suerte en la consulta, Sr. Chávez.

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