José Antonio Younis Hernández
Catedrático de E.U. de Psicología Social
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Mentir, en base a una poderosa maquinaria propagandística y de relaciones públicas, es la base más significativa de este gobierno siempre que han habido conflictos en educación. El centro de gravedad de las mentiras se desplaza continuamente de la política a la educación, de la educación a la economía, de la economía al modelo cultural de televisión populista de “Quiero ser como Pepe” o en “En Clave de Ja”, y de esta cultura comercial de masas de la televisión canaria al pressing-catch (una fabulosa mentira de puñetazos y patadas que entusiasma a los niños) de la educación primaria y secundaria.
Como ya saben los niños, en el pressing-catch el atractivo está en los luchadores. Todos tienen una personalidad definida, un estilo propio que hace a los niños identificarse más con unos que con otros. En este caso, los que van perdiendo son los profesores: no solamente no han cambiado las actitudes públicas hacia estos profesionales, sino que han empeorado comparando el hoy con los resultados de un estudio doctoral de 1992. Entonces los profesionales de la enseñanza decían que lo que más les preocupaba eran los conflictos con la administración, la falta de recursos y la pérdida de prestigio, además de la falta de una política clara de gestión del tiempo para su propia formación.
Prestigio y sueldo son dos factores íntimamente relacionados en los estudios de sociología de las profesiones. Está claro que el gobierno no hubiera tratado con la misma vara injusta las reivindicaciones salariales de los médicos u otro colectivo con más poder. De hecho, en el seguimiento de la huelga de médicos de hace algunos años se comprueba que la propia opinión de la gente a “pie de hospital” era a favor de justificar estas reclamaciones. Por cierto, que el salario de los profesores se constituye en un elemento más de la crisis de identidad que les afecta. En todos los países del occidente europeo, los profesionales de la enseñanza, en todos los grados, tienen unos niveles de retribución sensiblemente inferiores a los de otros profesionales de su misma titulación.
Si los cambios sociales pasan por alguna institución, no es por la política. La educación es la clave. La democracia de ficción de los gobiernos nacional-populistas es hacer caudillismo demagógico tomando como referencia de la cultura canaria, Willy García dixit, programas muy nuestros como los de Pepe, Panchita y Panchito que tanto éxito están teniendo. ¿Éste es el talento canario en el mundo, que nadie sabe en qué consiste como muy bien apunta Teresa Cárdenes en sus crónicas sobre el llamado Septenio Canario? Pero a lo mejor sí sabemos si nos fijamos en el menudeo cultural, en la sopaboba de la dedocracia canaria para dirigir los dineros hacia la nada. Pero en la educación, para los maestros y maestras, no hay plata sino pressing-catch. El “talento canario” está en el trabajo diario de ser profesor en las condiciones sociales y culturales actuales y no morir en el intento. Pero de las miserias de casa pocos se atreven a preguntar o siquiera fijarse de refilón, y es por eso que prácticamente han desmantelado el Instituto Canario de Estadística, no sea que los números “canten”.
Las tres redes escolares de Canarias, la privada, la privada concertada y la pública, son el reflejo de nuestra sociedad clasista. Como en el resto del país, es el panorama del mercado escolar. En este panorama, un sector social determinado de padres se fija mucho en la tipología del origen étnico y social de los centros a donde quieren enviar a sus hijos. Las clases medias-altas y altas de Canarias “meten” a sus hijos en la privada y hasta en la privada concertada. La clase media en la concertada, con el beneplácito implícito de pagar alguna cuota para no mezclar a sus hijos con los inmigrantes y demás. Y el resto, sin remedio, a los colegios públicos. A todo esto, lo triste es que el gobierno de Paulino favorece a sus amigos de la privada, alimentando una enseñanza no basada en la inclusión social, sino en la exclusión social.
El gobierno y la jauría de la Consejería que ha soltado sus perros de caza detrás del profesorado, no dice nada de las ventajas inclusoras de la escuela pública, donde existen familias con mayores necesidades y desventajas sociales, económicas, culturales e incluso étnicas. Gracias al profesorado y a pesar de la falta de calidad político-ética del gobierno en dotar mejor a la pública, el destino de la cohesión social no ha llegado al horror de la fragmentación social.
Los y las trabajadoras sociales tienen casi nula presencia en los centros. Y en los servicios de orientación psicopedagógica hay profesionales que se tienen que repartir entre tantos centros que casi llegan a la división celular. Mientras, durante la ausencia intermitente de estos servicios, el voluntarioso profesorado cubre estas deficiencias multiplicando sus roles y sus funciones. Y así sucesivamente, el profesorado hace de todo para dar respuesta a los múltiples problemas sociales que asaltan a la pública. Y es precisamente la pública la que en Canarias peor lo pasa. España, que es de los países con mayor proporción de alumnos en centros privados observa diferencias según regiones: las menos desarrolladas económicamente como Canarias son las que tienen más proporción de alumnos en la pública. Y de la pública son los ninguneados en el conflicto de la homologación, los mismos que tienen que hacer de casi todo, ayudando así reducir el nivel de conflicto social y la falta de cohesión social creada por las otras políticas de bienestar, economía y distribución de riqueza por parte del gobierno. La pública recibe el malestar social creciente en Canarias y lo despeja mediante actividades sociales y culturales: elaboración de proyectos de mejora socioeducativa, salidas extraescolares, organización de fiestas en la comunidad escolar, animar a los padres a la participación… Es decir, para quien todavía no lo entienda, haciendo un trabajo invisible de creación de vínculos sociales que contribuye a impedir la fragmentación social. De este modo, es poco probable que nadie haya pensado todavía en la gran utilidad política y social del profesorado. Esto solamente se ve a “pie de patio”, a “pie de aula”, a “pie de comunidad”. Una utilidad que, como en la película “Un día sin mexicanos”, donde la ausencia de los mexicanos hundía económicamente a los Estados Unidos, pasaría lo mismo si de repente todos los maestros desaparecieran. Entonces nos daríamos cuenta de la perversa utilidad política de los profesores. ¿Les parece sufiente esta contrapartida?
1 comentario:
Nada que añadir: dicho queda todo. Desgraciadamente no comentarán nada los que actualmente tienen la obligación de poner de su parte para que la educación (pública, general y gratuita), esa gran olvidada y denostada por cualquier gobierno autoritario, llegue a alcanzar el nivel necesario, en una sociedad libre y pensante...
¡Una auténtica pena! (sobre toda la cortedad de miras de los actuales gobernantes)
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